Académico Uach ante vaticinios de “hambruna apocalíptica” del Banco Mundial: “es una voz de alerta”.

Varios medios de todo el Mundo se han hecho eco de las proyecciones que publicó el Banco Mundial sobre la escasez de alimentos en todo el Mundo como uno de las consecuencias más graves de la “tormenta perfecta” que ha causado la inflación global derivada de las ayudas fiscales por la pandemia, las fallas en la cadena logística de transportes y la Guerra en Ucrania, que impactó por el alza en los precios de los combustible en todo el orbe y por la creciente escasez de trigo, aceite y otros alimentos.

Tan grave es la proyección, que el propio Banco Mundial vaticinó una hambruna de características “apocalípticas” en todo el Mundo, advertencia a la que se sumó una tenebrosa portada de la revista británica The Economist, la más reputada publicación del área financiera a nivel internacional, con espigas de trigo cuyos granos aparecen representados por calaveras humanas bajo el título “La catástrofe de comida que viene”; y que fue tomada por muchos como la declaración oficial del sector de que la crisis del hambre ya está instalada.

“Los títulos son muy catastróficos, como hemos visto. Yo diría que es una voz de alerta. Que hay un riesgo serio, especialmente, en algunos lugares del Mundo” comentó en Punto de Encuentro el académico de Agronomía de la Universidad Austral de Chile, Dr. Daniel Calderini, experto en análisis y producción de granos. El docente agrega que “el 80% de la población mundial vive en países importadores de alimentos. Rusia tiene una producción de 80 millones de toneladas de trigo. Ucrania produce menos, pero igual son 26 millones de toneladas. Los principales destinos de estos dos productores son países del sudeste asiático y países africanos”.

Pero pese a que, nuevamente, los países subsaharianos podrían ser golpeados por la hambruna que dejó imágenes terribles en los años noventa, “eso no deberían impactar tan directamente en las importaciones de Chile, pero sí indirectamente, a través del aumento de los precios internacionales. La base de la seguridad alimentaria mundial está constituida por pocos cultivos: arroz, trigo, maíz. Chile importa entre el 42% y el 45% de sus necesidades de trigo” agrega el doctor Calderini.

“Las fuentes de suministro externo no van a correr riesgo. El riesgo (para Chile) pasa por el precio. Eso tiene consecuencias sobre la inflación, que ha venido creciendo en el último año. El área sembrada de trigo en Chile ha descendido notablemente desde antes ya del año 2000. En algún momento Chile sembraba 1 millón de hectáreas de trigo. Hoy está por debajo de las 300 mil hectáreas. Eso no quiere decir que haya sido un error, ya que se sustituyó eso por otros cultivos que le dan recursos importantes de exportación al país, como la industria vitivinícola, frutícola o forestal. Pero ante situaciones como la que estamos, se hace un poco más complicado” detalla el académico.

Por eso, el profesor de Agronomía de la Universidad Austral plantea que para el Mundo el  gran desafío actualmente es aumentar la productividad de las plantaciones por hectárea, ya que ve muy poco probable que, incluso ante la necesidad actual y venidera, el área total plantada aumente o se reconvierta a los cereales. Eso, sumado también y, muy especialmente, a la explosión demográfica mundial que ya empina cerca de los 8 mil millones de habitantes.

“El desafío es mayor que las posibilidades actuales. En cálculos estimados de cuánto debieran aumentar la producción (mundial) los cultivos arroz, trigo, maíz y soya, debiera ser en promedio por año de producción y rendimiento (porque el área sembrada es muy difícil que cambie, en eso hay consenso internacional) es de un 2,4% anual. La proyección a futuro actual está por debajo del 2%. Ese es el gran desafío de la producción de alimentos: aumentar la productividad reduciendo las emisiones de CO2” concluye Calderini.

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